La tormenta había estallado. Fuertes ráfagas de viento agitaban sus cabellos al tiempo que la cortina de agua ahogaba sus sentimientos para siempre. Aquel diluvio era el punto y final de un sueño que ya nunca podría ser cumplido. Estaba derrumbada. Sólo le quedaba el consuelo de poder encontrar una ventana abierta, o dos, si no quería quedarse encerrada para siempre. Quería vivir antes de estar muerta. Y no quería morir con los sentimientos empapados en lágrimas de amargo dolor. Salió a la calle en busca de experiencias, de ron y de olvido. Entonces, y sólo entonces, cuando realmente vio la importancia de vivir, apareció él. Él le devolvió todo lo que había perdido. Le devolvió la sonrisa y le dio sentido a todos sus sentimientos. Le hizo volver a creer en el amor. Él, para ella fue como un ángel caído, su salvación.
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