10.1.10

casino.

Una vez más, vuelvo a no tener el control de mi vida. Vuelvo a ser títere de esa bola fría, girando endemoniada alrededor de ese disco, burlando colores y números varios. Unas veces más, otras veces menos, me siento desdichada al saber que no puedo forjar mi propio destino, que siempre hay algo por encima de mi, que mi existencia no vale para nada. Me duele saber que tengo que renunciar a mis sueños sin que nadie me dé nada a cambio. Aún resisto a darme por vencida, quiero luchar otra vez, pero hoy quiero ganar y ser libre por fin. Empleo toda mi energía en bailar hasta que mi alma escape lejos, vuele y visite otros lugares... freedom, que le llaman. Quiero ser libre, esclava sólo de mis deseos, de mi imaginación y de mis límites no establecidos. Pero, regresando a la mesa, veo a más en mi situación, ligados a los deseos de los demás, sin que su vida tenga valor alguno. Son arrastrados por algo más fuerte, igual que yo. Cambiamos de trayectoria, de dueño, de pensamientos y de valor, pues en el fondo no somos más que estúpidas fichas de casino. Así que, para variar, aquí nos quedamos todos. Gana la banca.

2 comentarios:

doinitza dijo...

este texto va a tener revancha...

doinitza dijo...

Por primera vez tengo el control de mi vida. Soy el dueño de esa bola ardiente que nos quema a todos, que nos araña, que nos hiere, que nos hace perder. Ahora más que en cualquier otro momento me invade la fuerza, una fuerza para construir mi propio destino; fuerza para superarme a mí mismo y valor para ser yo mismo. Ya no me duele renunciar, lo que recibo a cambio es mucho mejor. Ya no me resisto a vencer, lo haré. No me quedaré contemplando cómo se alzan los muros a mi alrededor, voy a derrumbarlos, no seré nunca más esclavo de mis miedos, voy a ser libre. Venceré cualquier precio. Rompo las cadenas que me condenan al diabólico juego. Libero los sueños y los deseos. Tiro las fichas por el suelo, no forman parte de mi, solo son lo que nunca fui, y ¿quién quiere algo que no existe? Han perdido su valor, no volveré a apostar por ellas. Ahora el valor es mío. Cuando las fichas no tienen valor… la banca pierde.