Un poco de impulso y sus pies se levantan del suelo. Parece que sin esfuerzo alguno ya está suspendido en el aire. Golpea con fuerza aquel balón, que se deforma y adquiere una velocidad vertiginosa estrellándose contra el suelo y rebotando con rabia. Cae al suelo con ligereza, sintiendose ajeno a todo, extraño. No satisfecho con aquel remate, y entre las felicitaciones de sus compañeros se vuelve, seguro de si mismo, seguro de que lo puede hacer mejor. Y vuelve a empezar el juego. Una y otra vez hace que los puntos suban a su marcador. El sudor, las palabras de ánimo, los saltos, las recepciones, las colocaciones, los remates. Una y otra vez. Pero no es suficiente. Cuando acaba, se marcha hundido, triste, frío. Le da rabia, aunque no lo acepte. Quisiera crecer, sentirse por una vez a la altura. Le gustaría no tener que rendirse nunca más, luchar por todo, por siempre. Y entonces recuerda que una vez fue feliz. Que no le faltaban motivos para sonreír, que no tenía nada, pero tampoco lo necesitaba. Ahora se siente más mayor. Ha crecido... y sabe cómo duele. 1.4.10
crecer.
Un poco de impulso y sus pies se levantan del suelo. Parece que sin esfuerzo alguno ya está suspendido en el aire. Golpea con fuerza aquel balón, que se deforma y adquiere una velocidad vertiginosa estrellándose contra el suelo y rebotando con rabia. Cae al suelo con ligereza, sintiendose ajeno a todo, extraño. No satisfecho con aquel remate, y entre las felicitaciones de sus compañeros se vuelve, seguro de si mismo, seguro de que lo puede hacer mejor. Y vuelve a empezar el juego. Una y otra vez hace que los puntos suban a su marcador. El sudor, las palabras de ánimo, los saltos, las recepciones, las colocaciones, los remates. Una y otra vez. Pero no es suficiente. Cuando acaba, se marcha hundido, triste, frío. Le da rabia, aunque no lo acepte. Quisiera crecer, sentirse por una vez a la altura. Le gustaría no tener que rendirse nunca más, luchar por todo, por siempre. Y entonces recuerda que una vez fue feliz. Que no le faltaban motivos para sonreír, que no tenía nada, pero tampoco lo necesitaba. Ahora se siente más mayor. Ha crecido... y sabe cómo duele.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario