29.10.10

humo.

Se movía entre las nubes de mi consciencia como una sombra más. No podía evitar, sin embargo, fijarme en su color púrpura, en las huellas que dejaba a su paso, en su estela olor jazmín, en los retazos de canción que silbaba alterando el ritmo y el tono, componiéndola de nuevo con cada gota de aire. Enturbiaban mi mente esas curvas firmes aferrándose al vestido, las ondas improvisadas que sus dedos trazaban en el humo, la ola de desolación que dejaba a cada paso. Todo lo que tocaba, lo que miraba; todo lo que la percibía, lo que la rodeaba cambiaba al instante para convertirse en algo totalmente diferente. A pesar de saber que ella estaba fuera de mi, la veía dentro, muy a dentro... era una parte de mi. Era a veces mi sonrisa y la luz de mis ojos, era las palabras que me temblaban y también los escalofríos; ella era ese mechón rebelde y el lunar en la nalga izquierda, el espejo empañado de la ducha, las ganas de bailar, el vapor que expulso en las mañanas de invierno, ese vapor que me hace recordar que aún estoy vivo. 

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