"Tras el típico zumbido que oigo cuando habla, se dio la vuelta y echó a andar. Me quedé con la palabra en la boca, no sabía que decir, no sabía si debía decir alguna cosa. Me pareció verlo vacilar al llegar al umbral de la puerta, se pensó dos veces el girarse o no. Luego, con un leve gesto de negación, reemprendió el camino sin dignarse a mirar atrás, con la cabeza gacha y dando grandes zancadas para alejarse cuanto antes de la escena del crimen. Porque, desde luego, aquello había sido una escabechina."
Esta es la historia de la razón, desamparada al ver cómo los sentimientos han hecho las maletas para siempre.
1 comentario:
Deseo tantas cosas.. que mi razón no se asusta cuando yo, utilizo mis sentimientos como un niño pequeño.
Estoy solo en esta vida, bueno, no solo del todo. Me acompaña mi locura, y un bolígrafo y un trozo de papel.
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