7.12.11

con los pies fríos...

Todas las paredes del edificio eran de papel. Estirada en el sofá, Denise podía escuchar perfectamente cómo algún vecino planchaba, hablaba por teléfono, tecleaba en su vieja Overwood o removía las aguas de la bañera. Al principio, todos esos ruidos eran un problema. Cada vez que intentaba concentrarse había algo que hacía pedacitos su armonía, así que se fue cerrando cada vez más y más. 
Cuando salía a pasear, se quedaba embobada mirando las luces de los coches o el trajín de la gente, arriba y abajo por la calle. Pensaba. Y lo hacía en el ojo del huracán, rodeada de escándalo, de ruidos, de humo, en pleno bullicio
Había dado un paso atrás. O un salto hacia adelante. En cualquier caso, algo había cambiado en ella, no sólo los amigos, el ambiente o ese extraño conjunto. Era algo que iba un poco más allá, como si sus pensamientos estuvieran un palmo por encima de su cabeza. Tendría que acostumbrarse, pero a ella le gustaba así. 

Denise descubrió que esa era la clave para poner límites válidos.

No hay comentarios: