29.1.12

Sale el sol por mi taza de café. Ya no se me amontonan las cosas, todo fluye, el ambiente es claro a mi alrededor. Como pompas de jabón o esa conversación a medias tintas con ese hilo de voz tan propio de ti, tan propio de nuestras confidencias. De cuando existimos sólo tú y yo. Y nuestro mundo. Y esas cosas que no se podrían explicar ni con mil millones de palabras. Porque en nuestro mundo, si me hundo en una silla, me rescatas para dejarme que me hunda en un sofá. Me acurruco contra ti y de repente ya nada me da miedo. Soy invencible
Mañana saldrá el sol una vez más. Quién sabe si por la misma taza de café recién hecho, entre el humo y la espuma. Quién sabe si tendré los mismos miedos. Quién sabe si decidiré hundirme en una silla o sentada en alguna acera con los tacones de ayer (y que hoy cambio con gusto por unas deportivas para dar saltos y salvar al mundo de la hecatombe de tristeza que a muchos se les viene encima). Yo no lo sé. Ni tú tampoco. Pero espero que estemos todos aquí otra vez para encontrar la solución juntos.

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