6.6.10

confianza.

Nada había cambiado, al parecer. Al despertar todo seguía en su sitio. Todo menos eso. Estaba tirado en el sofá, destrozado, absorbido. No había nadie, estaba solo, una vez más, para variar, para siempre. Ahora que no tengo ya nada que perder, ¿por qué no desenfundarme como la verdadera arma de doble filo que soy, como el peligro que tengo? ¿Qué puedo perder? ¿A dónde me lleva ganar y, cuánto cuesta? No tiene importancia. Sencillamente, seguiré aquí hasta que alguien se acuerde de mí, hasta fundirme por completo con los muebles de este triste salón, hasta confundir el sol con la luna. Desmayarme y despertar, quizá, en un lugar más apacible, menos agresivo, con estar bien como única meta y que el único precio a pagar sea una sonrisa. Que alguien me lleve hasta allí, que me haga resucitar, que me enamore. Que sea capaz de parar el tiempo con un solo beso, que no se precipite al vacío, que no haga malabares. Que pueda sacrificarse por mí, que me malcríe, pero que no se obsesione. Que siempre tenga una palabra dulce para susurrarme al oído, unas ganas locas de sexo salvaje, olor a Axe Chocolate sobre la piel. Que se acurruque a mi lado en el sofá y me acaricie el pelo mientras, escuchando los pacíficos latidos de su corazón, me quede dormida... y otra vez sola al despertar.


cada día más a ritmo caracol, más pereza
menos ganas de tirar de la sábana
de
ponerme la camisa y de estrenar cada mañana una sonrisa
cuando en mi corazón estalla la tristeza en mi cabeza
no es capaz de escapar de este bajón.

Zenit- Al final del túnel

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